GRATITUD INTENCIONAL

Cada mañana al llegar a mi trabajo le digo a Dios, permíteme ser de bendición para alguna persona en este lugar y en este día. Esto lo aprendí al comprender que dar las cosas por hecho o por merecidas me restaba bienestar y sobretodo realización personal. A veces yo misma era tan obvia que obviaba detenerme a sentirme a mí misma, a escuchar el latido de mi corazón, a sentir cada parte de mi cuerpo y mi piel, a saber que cada nuevo día es un nuevo regalo. Este aprendizaje lo adquirí al comprender que la vida es más que la comida y el vestido, como bien lo expresaba el Señor Jesucristo. Lo comprendí con la partida de seres queridos, pues cada adiós abre espacio a nuevas reflexiones, sinceras y trascendentes.

Cuando agradecemos diariamente, por lo que tenemos, hacemos y compartimos, nos damos cuenta que el espacio para la queja por lo que creemos que no tenemos, se va haciendo cada vez más estrecho, y sabes por qué? Porque, lo tenemos todo, sólo sabremos que lo tenemos todo cuando empezamos a agradecer.

Cada día puedes ser más rico, cada día verás que el tiempo es poco para todo lo que tienes que agradecer, y cuando comprendes que tu vida no es perfecta, pero sí completa, habrás entendido que la gratitud te ha transformado en el ser humano que siempre quisiste ser, aquel que con su presencia lleva bendición al lugar por donde pase.

Gracias por tomarte el tiempo para leer!

Adriana